La sigla AIAP[i] remite a una posible interacción entre Arte y Psicoanálisis.
Es evidente que las marcas significantes de una época determinan su producción. Los historiadores se sirven del descubrimiento de objetos del pasado para dar cuenta de cómo vivía y pensaba la comunidad que los produjo. Al mismo tiempo cada conjunto humano le dio a esos objetos formas diferentes dejando una marca, una impronta que definió su modo de ser.
Estas particularidades no pueden obedecer a un instinto ya que éste se define por la reiteración de conductas determinada por la especie. Por el contrario, en la repetición del acto creador aparece lo novedoso que viene a señalar la diferencia con otra cultura o con la generación anterior. Entiendo que es en este punto que es posible establecer una intersección entre arte y psicoanálisis.
Esto nos lleva en primer término a la relación entre creación y significante. La creación es hacer surgir algo de la nada y en esto el psicoanálisis se dirige hacia la invención de un significante nuevo.[1]
El acto creativo surge al hacer algo con lo que ya está ahí dado. Al establecer una nueva combinatoria significante aparece un producto nuevo. Se trata, entonces, de contornear esa nada para que surja el objeto alejado de la necesidad de su uso. ¿Para qué construir un cántaro si es posible beber el agua del río?
La pregunta acerca de la fuerza que impulsa al hombre a crear, inventar o producir objetos no se reduce, entonces, a la noción de instinto. El psicoanálisis nos brinda el concepto de pulsión acuñado por Freud como Trieb para diferenciarlo del instinto animal.
Una condición de la creación artística es, entonces, lo novedoso. Una producción “en serie” de objetos iguales no da cuenta del acto creador el cual supone el encuentro con algo que no estaba dado de antemano.
Esto es lo que acontece al final de un análisis. No se trata de cambio de conducta sino de la invención de un significante nuevo, uno que no estaba en la serie de las significaciones.
El producto de la operación analítica es el analista mismo, es decir un sujeto cuyo saber hacer le permite arreglárselas con la pulsión. El producto del artista es su obra misma. Tanto la creación artística como el psicoanálisis apuntan a un saber hacer con la “nada”, trabajarla a fin de extraer una satisfacción que haga la vida más soportable.
Es una forma de entender porqué el discurso del psicoanálisis y el arte compartieron el mismo destino: ser de alguna manera revulsivos.
El interés del psicoanálisis por el arte aparece desde el comienzo en Freud. Hay ejemplos de sobra para quien desee hallarlos pero bástenos uno para ilustrarlo: el magistral ensayo acerca de un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Freud, por otra parte, encontraba en el arte la forma princeps de sublimación de la pulsión.
Lacan al anudar pulsión con deriva nos ofrece otra perspectiva. Indica que como la pulsión se satisface en su recorrido mismo la finalidad del psicoanálisis no es llevar al sujeto a la obtención de un producto “socialmente aceptado”. El “savoir faire”[2] obtenido al término de una cura es del orden del saber hacer con el goce, con la pulsión de muerte. Y no es necesario el acto de la creación artística para ello.
La confusión acerca de creatividad y neurosis llevó a muchos artistas de nuestro medio a estar en contra del psicoanálisis.
Se partía del supuesto de que el artista creaba con la angustia que le proporcionaba su neurosis. Curado de esta última perdía su capacidad creativa.
Por el contrario Freud afirmaba que un análisis ayudaba a un artista a superar sus represiones liberando así libido capaz de ser puesta al servicio de la creación.
Es posible aún escuchar estos prejuicios en el discurso corriente.
Si un acto se reconoce como tal por las consecuencias no es posible anticipar la creación de un objeto artístico así como no es posible prever a donde conducirá un análisis. Sólo con posterioridad se podrá evaluar el recorrido y otros juzgarán si, en ambos casos, el producto obtenido está a la altura de lo esperado.
Es por eso que el artista no puede explicar su creación y aún cuando lo intente, como Dalí[3], siempre hay algo que escapa a su decir, un resto innombrable que opera como causa.
Lic. Mirta Vazquez de Teitelbaum
Malabia 2478. 3° 29. 4833-6309 4822-5117
Miembro de la APBA (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires)
Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)
[1] Miller, Jacques Alain. “Hacia un significante nuevo”
[2] Saber hacer en francés. Entre nosotros toma la acepción de hacer las cosas bien, con un estilo particular, con encanto.
[3] Ian Gibson. La vida desaforada de Salvador Dalí. Editorial Anagrama. Barcelona. 1998
1 comments/Comentarios: on "El psicoanálisis y la creación artística"
muy interesante el artículo, sobre todo en relacion a los prejuicios sobre la creatividad y la neurosis, ...., es algo que se escucha en el discurso corriente.
francisco (santiago del estero - argentina)
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